Si tienes la mala suerte de caer gravemente enfermo en la localidad de Longyearbyen, Noruega necesitarás que te transporten en barco o avión a otra zona de Noruega para poder morirte. En caso de fallecer en esa isla, no serás enterrado. Tampoco incinerado ya que no disponen de horno crematorio.
El pequeño cementerio de la localidad dejó de aceptar nuevos entierros tras observar que los cuerpos no se descomponían debido a las bajas temperaturas del permafrost. Los cadáveres bien conservados han atraído a muchos curiosos y científicos.